Hace poco más de dos semanas, la selección chilena que negoció el acuerdo de modernización con la Unión Europea respiraba tranquila. Fue el momento en que se zanjó el último tema que entró en las conversaciones con el bloque comercial que se prolongaron por varios meses, en medio del deseo del gobierno de Gabriel Boric de imprimir un nuevo sello a su política exterior y enfatizar mayores libertades para hacer política. . industrial.

Para el Gobierno, el cierre del pacto comercial es un hito no solo porque se logra un acuerdo “progresista”, más “verde” e inédito en muchos de sus componentes (capítulo de género), sino porque muestra la voluntad del oficialismo. partido por avanzar en el proceso de apertura comercial que tanto valora el “alma” más ligada al Socialismo Democrático y que en algún momento fue cuestionado. La señal está en línea con la decisión del gobierno de ratificar el TPP11 (con o sin “cartas complementarias” de sus pares del pacto) antes de fin de año, luego de que el Congreso aprobara recientemente el acuerdo comercial.

Es así como la Unión Europea y la Cancillería chilena ya preparan la ceremonia de anuncio sobre la conclusión exitosa de las conversaciones. Fuentes de la UE estiman que el principal anuncio de cierre será en diciembre en la ciudad de Bruselas, Bélgica, donde participaría la ministra de Asuntos Exteriores, Antonia Urrejola. Al mismo tiempo, el presidente Gabriel Boric haría lo mismo en Santiago, agregan las fuentes.

consultado el subsecretario de Relaciones Internacionales de la Cancillería, José Miguel Ahumada, evitó entrar en detalles, aunque reconoció los avances. “Como bien ha dicho el presidente (Boric), las conversaciones con la Comisión Europea han progresado satisfactoriamente según el calendario acordado en mayo de este año. Cualquier anuncio oficial será hecho por las autoridades a su debido tiempo y en conjunto con la Comisión Europea”.afirmó Ahumada, quien admitió que los principales temas discutidos durante estos meses estuvieron relacionados con la arquitectura legal del acuerdo y aspectos relacionados con la autonomía estratégica de las partes.

José Miguel Ahumada, Subsecretario de Relaciones Internacionales de la Cancillería.

La Unión Europea, compuesta por 27 países y casi 450 millones de habitantes, se erige como el tercer socio comercial de Chile: en 2021 el comercio alcanzó los US$ 19.764 millones (ver mapa).

El tratado bilateral entre Chile y la Unión Europea cumplirá el próximo año dos décadas desde que entró en vigor (2003). Sin embargo, en 2015 ambas partes coincidieron en la necesidad de modernizar y ampliar el tratado. Las negociaciones formales comenzaron en 2017 y duraron hasta finales de 2019, bajo el gobierno de Sebastián Piñera. Sin embargo, este año el nuevo gobierno decidió reabrir las conversaciones por diferencias en el capítulo de inversiones y transferencia de tecnología, entre otros, lo que provocó la incomodidad de Bruselas.

Fuentes gubernamentales confiaron que durante las negociaciones, la Unión Europea acordó corregir algunas de las “líneas rojas” para Chile en el acuerdo, como los temas de “precios de exportación” y “requisitos de desempeño”.

“Con esos problemas resueltos hace un par de semanas, podemos cerrar el trato en sí. Si no se hubiera logrado, era difícil justificar el acuerdo en el Congreso, particularmente con los parlamentarios de Appruebo Dignidad. Estábamos convencidos de que estos temas, tal como fueron originalmente, iban en contra de la posibilidad de establecer políticas productivas que son claves en nuestro programa de gobierno”, afirma un funcionario que conocía los detalles de las negociaciones.

En materia de “export pricing” (precios de exportación), el texto impedía aplicar a la otra parte precios de exportación superiores a los ya impuestos en el mercado local. “Con la negociación pudimos flexibilizar las excepciones y expandirnos mucho para implementar el ‘principio de exportación’, que es lo que hizo Corfo con Albemarle. Es decir, hoy tenemos un poco más de espacio para hacer política industrial en industrias como la del litio”, sostiene una persona cercana al equipo negociador.

Asimismo, en el tema de los requisitos de desempeño del capítulo de inversión, se pudo descartar la imposibilidad de condicionar el ingreso de inversión extranjera a que la empresa tenga un nivel de inversión en tecnología y desarrollo (I+D), requisito clave en la idea para agregar valor

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Sin embargo, para el gobierno chileno también hay un tercer “punto” ganado en estas conversaciones. La Unión Europea buscó extender la protección a la creciente industria de medicamentos con entidad biológica en su comercialización en el mercado chileno, lo que finalmente fue descartado.

Las mismas fuentes cercanas a las negociaciones reconocen, sin embargo, que cedieron a la reciente propuesta de la UE de establecer el mecanismo Split, que divide el acuerdo en tres partes: política y de cooperación, comercial y de inversión. “Para nosotros fue muy complejo que dividieran el tratado. Nunca nos había pasado en ninguna negociación. Cuando llegamos al gobierno, le pedimos tiempo a la UE para analizar esto. Finalmente, cedimos a cambio de otras demandas”, dice alguien cercano a la negociación.

El mecanismo Split significará en la práctica que mientras el capítulo comercial debe ser aprobado por el Parlamento Europeo, las secciones de cooperación y política e inversión deben ser refrendadas por cada uno de los 27 miembros del bloque.

“Esta división corresponde a una cuestión de competencias de nuestro bloque, donde unos asuntos son resueltos por el Parlamento Europeo, y otros, por los legisladores nacionales. También hay que tener en cuenta que si esto fuera un puro y simple tratado de libre comercio, sería más fácil. Pero es un acuerdo de asociación que incluye diálogo político, cooperación y protección de la inversión, es mucho más ambicioso”, asegura una fuente de la UE, que entiende estos cambios en el acuerdo como una “mejora” y no como una nueva negociación.

Para el gobierno de Chile, el acuerdo de modernización genera múltiples beneficios. El pacto de asociación entre Chile y la Unión Europea suscrito en 2002 estableció cero aranceles en 8.547 líneas arancelarias, equivalentes al 90% de estas y que representan el 92% del comercio bilateral. La modernización del convenio incrementa dicha liberalización en un 6,9% de las líneas, alcanzando las 9.200, el 96,5% liberalizadas tras siete años (ver cuadro).

Según información proporcionada por la Subrei, los productos más beneficiados son el aceite de oliva, que obtendrá un cupo de 11.000 toneladas libres de impuestos, y la carne vacuna, porcina, ovina, caprina y avícola.

La oferta de Chile significará la reducción de aranceles para 164 de las 171 líneas excluidas en el acuerdo actual, alcanzando el 99,9% de los productos con arancel cero al ingresar a Chile, agregó Subrei.

Se trata, agrega un alto funcionario del Gobierno, del primer acuerdo tanto para Chile como para la Unión Europea donde se protegen e incluyen claramente temas como género, medioambiente y derechos laborales.

Tras el cierre político del acuerdo en las próximas semanas, el texto pasará por revisiones legales y traducción, lo que debería demorar alrededor de un año. Posteriormente, entran en escena el Congreso de Chile, el Parlamento Europeo y los parlamentos de cada país miembro de la UE, que deben dar su aprobación final. De esta forma, estiman en el gobierno, el acuerdo de modernización debería entrar en vigor en 2024, dependiendo de la celeridad con la que los legisladores aprueben la propuesta.

El aceite de oliva es uno de los productos que podría beneficiarse del acuerdo con la UE.
  1. Liberalización arancelaria: El Acuerdo de Asociación entre Chile y la Unión Europea, suscrito en 2002 y que entró en vigencia en 2003, estableció un arancel cero para 8.547 líneas arancelarias, equivalentes al 90% de estas y que representan el 92% del comercio bilateral. La modernización del convenio incrementa dicha liberalización en un 6,9% de las líneas, llegando a 9.200, el 96,5% liberalizado a los 7 años. Además, el 5% de las líneas aumentan su cuota o ven reducida su tarifa.
  2. Ganadores: aceite de oliva y carnes. Los productos que más beneficios verán son el aceite de oliva, que obtendrá un cupo libre de impuestos de 11.000 toneladas, la carne de vacuno, porcino, ovino, caprino y avícola, que aumentarán sus cupos e incluirán algunos renglones previamente excluidos. Otros productos que obtendrán nuevas cuotas libres de arancel son huevos, almidón y gluten de trigo, maíz dulce, ron, jugo de manzana, entre otros. Preparados de pescado como el salmón ahumado del Pacífico, del Atlántico y del Danubio, así como la merluza fresca o refrigerada pasarán de tener cuota libre de impuestos a la liberalización total.
  3. Límites de uso de gruyère o parmesano. Además de la reducción de aranceles, el acuerdo incluye el reconocimiento por parte de Chile de 216 términos como indicaciones geográficas europeas, lo que prohibirá o limitará su uso por parte de los productores chilenos, entre ellos términos como Parmesano, Gruyere, Feta, Camembert, Brie, “Pruneaux ciruelas d’Agen”, entre otros

Fuente: La Tercera