Los constantes y ascendentes cambios climáticos, junto con los fenómenos naturales de alta magnitud, generan hoy un debate que ya se escucha en gran parte de las esferas de la sociedad. Y uno de los efectos adversos de esta evolución, dentro de la amplia gama de eventos de esta índole, sin duda son las marejadas.

Inundaciones de bordes costeros, de humedales y suelos agrícolas; erosión de playas, levantamientos/hundimientos de la costa, daños en infraestructura portuaria y urbana, temporales, fenómenos de La Niña y El Niño, y la vertiginosa muerte de nuestro patrimonio natural, son algunas de las consecuencias asociadas en la actualidad, planteadas por la Revista Enfoque, y que hacen presagiar que hoy somos protagonistas del tan llamado “cambio climático”.

En Chile, la mayor cantidad de eventos por marejadas (considerados como el tercer desastre natural más dañino) ocurren entre mayo y agosto, alcanzando su máximo en junio, con olas que llegan a superar los 5 metros de altura. Según el registro de desastres naturales mundiales que lleva la Universidad Católica de Lovaina, en nuestro país han ocurrido 102 desastres naturales de importancia desde 1900 al año 2014. Entre ellos figuran 14 temporales que han sido capaces de provocar 267 víctimas fatales y se han visto afectadas más de 500 mil personas. Cifras simplemente devastadoras.

Es en este contexto que nuestro mar, que bordea por completo las costas chilenas, debido a los reiterados episodios de marejadas, en determinadas circunstancias entorpece e inhabilita la actividad portuaria de la vasta cadena logística.  Cabe recordar que Chile es considerado como un país altamente vulnerable en estas materias, ya que cuenta con áreas de borde costero de baja altura.

De lo anterior es lógico deducir que la actividad marítima en Chile, afectada por factores meteorológicos y oceanográficos extremos, se suman a la evidencia de registros históricos recientes que muestran el aumento de eventos que limitan las operaciones de recalada, permanencia y zarpe de naves en los puertos nacionales, desde la región de Arica y Parinacota a Los Ríos.

Dicha situación acarrea, por defecto, un incremento de costos por logística operacional y de transporte de carga por el territorio nacional, lo que produce inconvenientes en la labor del Agente de Aduanas y que afecta, además, el normal tránsito de las mercancías.

“Estas situaciones a las que los puertos se enfrentan producen demoras por cambios en los procedimientos portuarios y una redistribución de los recursos humanos y económicos, con el fin de salvaguardar la actividad comercial y la fluidez de la economía”, señala el presidente de la Cámara Aduanera de Chile, Sr. Felipe Serrano, y agrega que “ es indispensable que a nivel nacional se estructuren políticas que apunten a proteger nuestro ecosistema y, sobre todo, de nuestras áreas marinas, ya que es la única manera de aminorar los daños y efectos que repercuten en la vasta labor de comercio exterior”.

Es importante destacar que los cierres de puertos obedecen a la necesidad de contar con naves y personas al resguardo, ante los riesgos inminentes en la operación de atraque, zarpe, carga y descarga (corte de espías, caídas de carga, etc), lo que explica y justifica el desvío de naves y el impacto en costos logísticos asociados a las cargas marítimas tales como retraso en las entregas de carga, mayores costos de transporte terrestre, modificaciones de trámites aduaneros, entre otros inconvenientes.

Para comprender aún más, uno de los ejemplos que caracterizan a nuestro país por sus altas mareas son las principales bahías y puertos del Litoral Central, que se caracterizan por una morfología con forma de semi/herradura, que las protegen de los vientos y oleaje de dirección Surweste. Lo anterior, que se asocia a la circulación de los vientos del borde Este del anticiclón semipermanente del Océano Pacífico Suroriental, modelan y caracterizan la climatología, de gran parte de las costas de Chile Central.

De acuerdo al sitio Atlas de Oleaje de Chile( www.oleaje.uv.cl) existe una excepción a lo que sucede en la mayoría de las costas, que es el puerto de San Antonio, donde su orientación geográfica abierta al Surweste, Weste, Norweste está más expuesta a las condiciones de viento y mar, durante todo el año. Lo anterior implica, sin duda, dificultades en el acceso de las naves al puerto, donde tanto el embarco/desembarco, como la operación de los remolcadores se ven dificultados.

Además, el reducido espacio de maniobra produce que las naves que esperan sitios estén a la gira fuera de los límites del puerto, a 1,5 millas náuticas de costa, situación que al desmejorar las condiciones de mar y viento, generan garreo del ancla y dificultan las maniobras de recepción y posterior atraque de las naves.

Tomando en consideración las áreas de generación de oleaje que afectan las costas de Chile, queda en evidencia que los puertos, como el recién mencionado, está expuesto a todas las condiciones que generan marejadas, sin importar su origen, situación que requiere la elaboración de estrategias, de trabajo en equipo, y de optimización de recursos, de manera de redirigir también las cargas que constantemente presentan problemas a su llegada.

Qué se espera a futuro?

El futuro de las playas. Un tema que preocupa en la sociedad, teniendo en cuenta que en los últimos 100 años, cerca del 70% de las playas del mundo han retrocedido, un 20 y 30% se han estabilizado y sólo un 10% han aumentado su tamaño. La problemática se presenta en regiones, donde el aumento del nivel medio del mar sea más significativo, ya que se amplificará la tasa de erosión de las playas. Según datos del Grupo de Evaluación del Clima, si las aguas se calientan y los hielos polares se derriten, los océanos podrían aumentar 60 cms para el año 2060 y ya hacia el 2100 hasta dos metros. Cifras impactantes que revelan el hundimiento de zonas urbanas de ciudades como Miami, Buenos Aires, Tokio, Bombai, entre otras.

El desafío de estos tiempos es mayor que nunca. Y tomar conciencia depende de quienes se sumen a la construcción de un país, inserto en un mundo globalizado, protegido, sustentable y normativo respecto a los efectos del acelerado cambio climático.

Fuente: Cadch