“Vemos que las empresas chilenas se van porque hay un claro sesgo antimercado, antiempresa”, explicó Juan Sutil, presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio de Chile (CPC).

La última salida de empresas del exterior en la Argentina fue la de Falabella. La compañía de capitales chilenos comunicó la semana pasada su decisión de abandonar el país. Cerrarán cuatro de sus locales en la Argentina y buscan un “socio estratégico”.

El éxodo se produce en medio del endurecimiento del cepo cambiario, las restricciones a las importaciones y las limitaciones que impone la cuarentena por coronavirus, sumado a un agravamiento de la crisis económica. Glovo, Emirates y Latam son otras de las compañías que dejaron de operar en el país.

Sutil explicó que el gobierno de Alberto Fernández “está tomando medidas similares a las que ocurrieron en el pasado, sobre todo en el segundo gobierno” de Cristina Kirchner. Consideró que la salida de empresas chilenas se produce “porque hay un claro sesgo antimercado, antiempresa”.

El empresario advirtió que “la visión general de los empresarios chilenos sobre la Argentina no es positiva”. Dijo que ve con preocupación que en la Argentina “no hay terreno fértil para hacer inversiones”.

Explicó que en el país hay “una cantidad importante de informalidad” y una presión impositiva “difícil de soportar”. Además de una “complejidad en la estructura administrativa desalentadora” y un “alto grado de conflictividad”.

Sostuvo que no hay en la Argentina “una política proempresa, proinversiones” y advirtió sobre un “deterioro importante de la seguridad jurídica”. Consideró que es “preocupante que la administración de Alberto Fernández siga en esa línea” y que detrás de estas posiciones está la vicepresidenta Cristina Kirchner.

En el caso de la salida de Falabella, Sutil consideró que variables como la “falta de certeza jurídica, malas condiciones de competitividad, control cambiario, complicaciones para importar y falta de financiamiento” impactaron en la decisión de la compañía de retirarse del país.

Habló demás de la pérdida de competitividad por los altos costos para operar, lo que hace que las empresas “no pueden resistir”. Pese a este escenario planteó que el empresario “nunca pierde la confianza y el optimismo” y que el país necesita algo más profundo que un simple cambio» político».

Señaló que en la Argentina hay “un sentimiento de mucha desolación y de falta de inversión”. Planteó que se registra “un proceso permanente de desinversión, de los extranjeros pero también de los empresarios argentinos”, en diálogo con Clarín.

Explicó que la gente todos los días “saca más recursos, pero no solo empresarios, también los profesionales, la clase media” porque prefieren “invertir en el exterior”. Dijo que “no están dadas las condiciones para generar confianza” y que las declaraciones de los funcionarios “son muchas veces desafortunadas y poco creíbles en términos de respeto a la inversión”.

Recordó que las empresas chilenas ya habían sufrido “no ya ataques del Gobierno, sino de una agrupación afín al Gobierno, como La Cámpora” (en relación al conflicto entre Latam e Intercargo) y que eso “no ocurre en ningún lugar del mundo”. Afirmó que las compañías necesitan “estabilidad, certeza jurídica y salirse del prototipo del populismo y subdesarrollo”.

Fuente: TN.COM