El coste de envío de mercancías desde China a Europa se ha triplicado en las últimas ocho semanas, alcanzando máximos históricos impulsados tras la escasez de contenedores y posterior explosión de la demanda de suministros, consecuencia de la interrupción del comercio mundial a raíz de la pandemia.

Ahora, este incremento vuelve a amenazar un sistema de intercambios ya de por sí malherido. A la crisis económica que muchas empresas tienen que hacer frente, como efecto secundario del COVID-19, se suma la complejidad de alcanzar un suministro óptimo que garantice la oferta. 

“Es un problema de cuello de botella, ya que estas tarifas están siendo impulsadas por los propios clientes en su lucha por un recurso limitado: los contenedores”, asegura Lars Jensen, director de Sea-Intelligence, a través de su cuenta de LinkedIn.

De esta forma, la tendencia ha conseguido que el envío de un contenedor de 40 TEUs, de los más habituales en el comercio marítimo, aumente de aproximadamente 1.700 euros a casi 7.500. Una misma ruta, desde Asia al norte de Europa, es ahora casi cuatro veces superior en el peor de los casos, según recogen medios como Financial Times.

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Los inicios del crecimiento

La primera mitad de 2020 fue testigo del abandono de miles de contenedores vacíos en Europa y Estados Unidos, cuando las navieras se vieron obligadas a cancelar cientos de viajes ante la desaceleración del comercio mundial.

Sin embargo, la segunda mitad del año fue testigo del resurgir de la demanda europea de los productos fabricados en Asia, hecho que comenzó a incrementar la competencia entre los transportitas por los contenedores disponibles, derivando en un incremento de los fletes.

Según el Consejo Mundial del Transporte Marítimo, hemos pasado de “una tremenda caída a haber sido azotados en volúmenes de carga históricamente altos y ahora hay más de lo que las terminales pueden manejar de manera eficiente”.

A ello, añade, se suma la congestión de los puertos, donde el organismo apunta a que las navieras estarían cobrando cifras adicionales para compensar los tiempos de espera más largos.

Riesgos en el corto plazo

La interrupción y los retrasos están comenzando a afectar las cadenas de suministro globales. «Se están acumulando signos de tensión», dijo Neil Shearing, economista jefe de Capital Economics, quien advirtió que se espera que la presión «se intensifique antes de que disminuya».

Por su parte, las compañías navieras esperan que la desaceleración de la fabricación asiática – que suele acompañar al año nuevo chino en febrero -, permita a los transportistas abordar la creciente acumulación de pedidos y conducir al menos a un enfriamiento temporal de los precios. 

Fuente: Logística c decomunicaciones