Para los países latinoamericanos que promueven el comercio exterior, como Chile y Perú, las tendencias de globalización pueden tener un impacto significativo en su destino.

Las tensiones comerciales y políticas interrelacionadas se han intensificado en los últimos años, fomentadas por políticas proteccionistas que avalan las especulaciones de desglobalización.

La pandemia de covid-19 también ha propiciado las preocupaciones de que el comercio mundial ha dado marcha atrás.

Pero, ¿el mundo ha dado un giro de 180° respecto de la globalización, lo que, a su vez, dejaría expuestos a algunos de los pequeños exportadores de América Latina? Según los expertos, este no es el caso.

“Me parece bastante claro que no ha pasado”, dijo Pol Antràs, profesor de Economía de la Universidad de Harvard.

“Más que desglobalización, hay un procesamiento de ‘slowbalization’, o ralentización del proceso de globalización”, agregó.

El ritmo de la globalización se aceleró entre mediados de la década de 1980 y la primera década de 2000 debido a la expansión de las cadenas de valor internacionales, los rápidos avances tecnológicos, las políticas de apoyo y hechos como la apertura de China.

La desaceleración era inevitable, ya que el ritmo era insostenible, señaló Antràs durante un seminario organizado por Fundación Chilena del Pacífico, agrupación encargada de apoyar la inserción económica del país en la cuenca del Pacífico.

Esta declaración coincide en parte con comentarios de la firma de investigación británica Capital Economics, que dijo que los «motores tecnológicos de la globalización han perdido fuerza».

“Las cadenas de suministro complejas han llegado a su límite”, indicó. “Al mismo tiempo, las técnicas de fabricación avanzadas llevan a que el origen de la manufactura ya no dependa del lugar que tenga los costos laborales más baratos».

Capital Economics dijo que los peores temores de una retirada generalizada hacia la desglobalización han disminuido, pero que una disociación de Estados Unidos y China podría generar efectos dominó.

Entre los vientos en contra asociados a la globalización figuran el brexit y el debilitamiento del tratado comercial original entre Estados Unidos, México y Canadá, junto con el estancamiento de las conversaciones de liberalización global a nivel de la OMC.

Los países en desarrollo podrían aprovechar las oportunidades que genera la exportación de servicios, en lugar de solo los productos manufacturados, señaló el exministro de Hacienda de Chile Felipe Larraín.

“En el caso chileno, creo que hay un espacio importante para la expansión de exportaciones de servicios junto con nuestra base de recursos naturales y esto no es por excluir, por supuesto que tenemos un espacio para todo lo que es manufactura”, dijo Larraín durante el seminario de la Fundación Chilena del Pacífico. «La exportación de manufactura no es el único camino».

Agregó que la globalización podría «funcionar bien» para algunos países en desarrollo, «especialmente si logramos reducir barreras en el mundo industrializado para los productos que vienen de nuestros países».

IED

Sin embargo, en términos de inversión extranjera directa global, se ha afianzado una tendencia hacia la desglobalización, comentó Larraín.

Los niveles se dispararon antes de la crisis financiera de 2008 y desde entonces han tendido a bajar.

RESHORING Y NEARSHORING

Antràs se explayó sobre el retorno de la manufactura al país de origen o a sus cercanías, lo que algunos analistas han pronosticado que sería una tendencia en los próximos años, beneficiando potencialmente a América Latina.

Mencionado las grandes inversiones que realizan las empresas cuando construyen una fábrica en el extranjero, Antràs dijo que solo los choques sostenidos impulsarían a las empresas a trasladarse.

Larraín dijo que los choques también deben superar cierta magnitud.

Agregó que el proceso de reshoring, particularmente por parte de empresas asiáticas, constituía una oportunidad para la región.

¿Y AHORA QUÉ?

Al describir los desafíos, Antràs enumeró las tensiones diplomáticas, la desigualdad y el espectro del populismo.

“Es probable que el principal desafío para el futuro de la globalización sea de naturaleza institucional y política”, pronostica Antràs.

Larraín compartió esta idea.

“Creo que los temas de desigualdad, populismo y proteccionismo son algunos de los temas que nos van a estar acompañando por algún tiempo, luego de este proceso de globalización que ha entrado en una ralentización y también está la pandemia del covid-19”, señaló Larraín.

En Estados Unidos, la desigualdad ha crecido en una trayectoria similar a la del comercio, pero Larraín instó a no sacar conclusiones simples de causa y efecto.

“La automatización, la tecnología y la inmigración podrían estar detrás de este fenómeno de aumento de la desigualdad”, dijo Larraín.

Antràs indicó que lo que importa es lo que piensa la gente: «Por bien o por mal, creo que la gente tiene mucho en la cabeza que la globalización es la causa de sus problemas».

A nivel mundial, la desigualdad se ha reducido en general, pero en algunos países ha aumentado. Se espera que los datos, una vez disponibles, muestren que la pandemia ha agravado el problema.

Fuente: bnamericas.com